jueves, 9 de enero de 2014

Nieve en la Cordillera: Predadores y presas.

La Cordillera Cantábrica es un territorio caracterizado por la dureza de sus condiciones en ciertas épocas del año y el contraste de las mismas con momentos de bonanza y abundancia. A partir del otoño es habitual que los elevados riscos cantábricos amanezcan blanqueados por un frío manto caído durante la noche y de la misma forma son frecuentes las nevadas repentinas a cotas más bajas. A partir de estos momentos comienza una época dificil para la mayoría de herbívoros de nuestras montañas, actuando como un factor de selección que hará que los menos preparados sucumban ante la escasez de alimento y las frías noches. En contraste, las nevadas son momentos de esplendor para los carnívoros que aprovechan la debilidad de sus presas para capturarlas y del mismo modo encuentran frecuentes carroñas en el monte de las cuales dan buena cuenta. Por ello en los momentos de nevadas parece que las relaciones predador presa son más visibles que nunca. En esta entrada narraremos como afrontan las nevadas dos especies presa como el rebeco y la perdiz pardilla y dos de sus respectivos predadores, el lobo y el águila real.

Bando de perdices pardillas (Perdix perdix hispaniensis) compuesto principalmente por individuos juveniles.

La perdiz pardilla (Perdix perdix hispaniensis), a la que ya dediqué una entrada en su momento, es uno de los animales mejor adaptados a las inclemencias meteórologias aquí en la Cordillera. A pesar de que durante fuertes nevadas estas gallináceas se desplacen a cotas más bajas o busquen lugares sin nieve para alimentarse, la fortaleza para resistir los temporales y buscar tanto alimento como protección es ejemplar. Desde finales de otoño a principios de primavera las perdices pardillas forman bandos familiares en los que encontramos una o varias parejas de adultos así como todos los pollos nacidos durante la primavera-verano anterior. El aspecto de estos es, en invierno, prácticamente igual al de sus progenitores, a excepción de pico que luce grisáceo en lugar de blanco acerado.

Bando de perdices pardillas (Perdix perdix hipasniensis) sobre la nieve.

Normalmente las nevadas otoñales son repentinas y hacen que la superficie de alimento a la que son capaces de acceder estos animales disminuya considerablemente buscando zonas próximas a arroyos, terrenos encharcados o protegidos por un gran piorno donde la cobertural nival es menor y por tanto aún existen brotes que comer. Estos lugares además hacen que las pardas sean más difíciles de localizar por posibles predadores que vengan del cielo ya que su plumaje visto desde arriba con un fondo oscuro actúa como un perfecto camuflaje. Sin embargo, una perdiz sobre la nieve sería más fácil de detectar desde el aire.

Dos pardas se alimentan bajo un piorno mientras otro ejemplar vigila su entorno cercano.

A pesar de que su camuflaje actúe bien, las perdices han de estar atentas a cualquier posible predador que pueda caer en picado desde el aire o aceche entre el matorral. Observaba alimentarse al grupo de perdices de forma continua e intensa cuando algunos individuos pegaron su cuerpo al suelo y levantaron la mirada dejando de picotear y emitiendo un pequeño quejido de alarma. Levanté la vista para ver quién era el causante de tal comportamiento y descubrí un joven ejemplar de águila real (Aquila chrysaetos) sobrevolando el lugar. Las perdices permanecieron inmóviles y la real continuó su camino. Es en está época cuando las águilas reales desarrollan sus paradas nupciales con vertiginosos vuelos y picados.

Grupo de perdices pardillas en estado de alerta ante la presencia de un predador alado.

Joven águila real (Aquila chrysaetos) causante de semejante reacción en las pardas.

Normalmente en estas ocasiones son los ejemplares adultos del bando los que emplean más tiempo en la posible vigilancia ante predadores. Hecho lógico ya que son los más experimentados tanto en la detección de los mismos como en la respuesta qua han de llevar a cabo. Es por ello que se ubican en zonas desde donde tengan mayor visibilidad aunque para ello renuncien, en alguna ocasión, al camuflaje.

Individuo adulto de perdiz pardilla en una nevada otoñal en la Cordillera Cantábrica.

Las perdices pardillas ibéricas han sobrevivido únicamente en las cadenas montañosas del norte peninsular por lo que la adaptación a las condiciones de fuertes nevadas es importante ya que les ha permitido soportar las inclemecias en lugares donde son abundantes. Para ellas es más difícil encontrar alimento y al mismo tiempo esconderse de sus depredadores mientras que para estos es más fácil localizarlas y por tanto llevarse algo a la boca.

Perdiz pardilla (Perdix perdix hispaniensis) entre la nieve caída en las montañas cantábricas.

Pasamos ahora a otros protagonistas representativos de la fauna cantábrica como son el rebeco cantábrico (Rupicapra pyrenaica parva) y el lobo ibérico (Canis lupus signatus) especies en estrecha relación y con importancia en nuestras montañas. A mediados de Octubre comienza para los rebecos su época de celo en la cual un macho cuidará de un harén de hembras con las que intentará reproducirse y defenderá de otros machos cercanos. Es uno de los espectáculos más alucinantes de la alta montaña cantábrica ya que resulta increíble admirar las carreras de estos experimentados alpinistas por farallones verticales y en condiciones altamente desfavorables como son la nieve y el hielo. Las persecuciones pueden prolongarse varios cientos de metros o incluso kilómetros para asegurarse de que el macho rival se aleja de las hembras del harén.

Macho de rebeco cantábrico (Rupicapra pyrenaica parva) (arriba a la derecha) acercándose a parte de su harén.

Los machos se acercan a las hembras levantando la cabeza y emitiendo sonidos similares al balido de una cabra. Mediante unos órganos especiales ubicados en su paladar detectan las feromonas de las hembras y conocen de esta forma el estado de las mismas, receptivas o no. En muchas ocasiones los machos atosigan en exceso a las hembras y estas orinan para que el macho detecte una mayor concentración de feromonas y llegue a la conclusión de que de momento no tiene ninguna posibilidad.

Macho de rebeco levantando la cabeza ante la presencia de una hembra.

Hembra apartándose del macho ante la presión del mismo.

Los machos de rebeco tienen un truco para hacer ver a las hembras que sus genes son los mejores y consiste en orinar y agitar su cuerpo de forma que la meana o pincel impregne sus costados de orina. Ante esta situación, si la hembra está receptiva, el macho se vuelve irresistible para la misma.

Macho de rebeco balando.

Macho de rebeco levantado sobre las patas posteriores junto al harén para mostrar su fortaleza.

Al detectar a otro macho en las proximidades comienza la persecución que puede terminar en una mera expulsión de la zona o bien llegar al contacto en el que los rebecos ruedan tras encontrarse, muchas veces enganchados por los cuernos. Es un momento crucial en la vida del rebeco por lo que defienden a sus hembras intensamente lo que supone un gran desgaste físico. Las patas de los rebecos se abren a modo de raquetas impidiendo que se entierren demasiado en la nieve y aportando tracción en las peñas más resbaladizas.

Persecución de machos de rebeco cantábrico.

Si a dicho desgaste le sumamos que la nieve puede llegar a cubrir gran parte de la vegetación de la que se alimentan, el final del otoño se convierte en una época difícil. Cuando el espesor de nieve no es demasiado elevado los rebecos utilizan sus patas para excavar en la misma, como si se tratasen de renos, llegando a la hierba y obteniendo el aporte energético tan ansiado en estos momentos.

Joven rebeco cantábrico apartando la nieve con la pata en busca de hierba que comer.

Los machos de rebeco están centrados principalmente en sus hembras y en otros machos intrusos. Sin embargo un depredador vigila sus movimientos cuando la nieve lo cubre todo. El lobo ibérico (Canis lupus signatus) por lo general aumenta su peso en invierno ya que le resulta más sencillo alimentarse de presas silvestres y encuentra animales muertos de forma natural por el frío o el hambre. Al parecer la unión de los grupos familiares del cánido es máxima en esta época.

Rastro de lobo ibérico en la nieve.

Cuando la nieve lo cubre todo salir al campo tiene un aliciente más y es leer las señales que los animales han dejado en su actividad nocturna. Seguir el rastro saltarín de una marta, el tranquilo caminar de un gato montés o intentar adivinar cuantos lobos trotaron juntos por la zona hace un par de noches es entretenido a la vez que enriquecedor. Afortunadamente lo único que se ve la mayoría de veces de los lobos son sus rastros. Y digo afortunadamente por que si se dejasen ver más probablemente ya no tendríamos lobos. Noticias como la reciente masacre de lobos en Cantabria, que comenta de forma magistral David Álvarez en su blog, hacen plantearse cuan bajo puede llegar a caer la especie humana. Mejor dicho, ciertos sectores de la especie humana ya que yo soy humano y no hago ese tipo de cosas, cosas basadas en la doctrina de "ver quien mea más lejos".

Lobo ibérico (Canis lupus signatus) cresteando por una cornisa nevada.

El pasado mes las incontables esperas dieron su fruto pudiendo contemplar una escena que hace plantearse como puede acribillarse a tiros a un animal así. Un lobo cresteaba bajo los primeros rayos del sol en una montaña cantábrica. Al llegar a un punto elevado decidió tumbarse a pasar la mañana calentándose al sol tras la fría noche de caza y alimentación. Se rascaba alegremente sobre la nieve y sacudía su grueso pelaje invernal. Entonces otro lobo asomó junto al primero que para entonces dormitaba con su hocico sobre la nieve. El recién llegado se estiró y se acicaló. Se tumbó junto al primero y este rodó sobre la nieve disfrutando del frío manto. No me entra en la cabeza que a un cazador se le salten las lágrimas por ver a uno de sus perros abierto en canal por un jabalí y sin embargo sean capaces de pegar un tiro sin dudarlo a uno de estos maravillosos animales.
El siguiente video muestra los comportamientos que acabo de describir. Espero que disfrutéis del mismo como yo disfruté de la experiencia. Para disfrutarlo pinchad en Vimeo y vedlo a pantalla completa y pinchando en la opción de HD.


El lobo ibérico merece disfrutar de la libertad que merece simplemente por existir. Un saludo y espero que os haya gustado la entrada.