viernes, 14 de diciembre de 2012

El invierno del zorro

El invierno es una época difícil para la gran mayoría de especies que habitan en la Cordillera. Las temperaturas son bajas, las ventiscas abundantes y el alimento disponible es de más difícil acceso al encontrarse bajo varios centímetros de nieve. Este es uno de los motivos por el que muchas de las especies animales que crían en nuestras latitudes nos abandonen en otoño, ya que el motivo principal de dichos desplazamientos es la búsqueda de zonas con disponibilidad de alimento. No obstante otros visitan nuestra península desde tierras norteñas por el mismo motivo en la época invernal.

Aparte de todos estos viajeros, muchas otras especies permanecen con nosotros a lo largo de todo el año, es por ello que han de estar preparados para cualquier situación y tener capacidad para sobrevivir a las condiciones más desfavorables. Uno de estos animales es el zorro rojo (Vulves vulpes) uno de los carnívoros más representativos y abundantes del Reino Holártico. Como buen cánido destaca por su capacidad de adaptarse a diferentes ambientes y condiciones. Tal es dicha facilidad que nos encontramos zorros desde los ecosistemas mediterráneos hasta Alaska o Siberia.

Zorro (Vulpes vulpes) buscando alimento en un prado nevado.

Por todos es conocida la astucia de este animal, que suponía un quebradero de cabeza para todos aquellos que tuviesen gallinas entre sus animales de granja. Los zorros buscaban siempre la forma de entrar en el gallinero y conseguir algo de alimento. Sin embargo la capacidad de supervivencia de este animal va mucho más allá.

Zorro rojo sobre la nieve.

En invierno cuando los montes de nuestra Cordillera se cubren por un espeso y frío manto de nieve, estos animales han de ingeniárselas para poder alimentarse. Los zorros son animales omnívoros por lo que aprovechan todo lo que puedan encontrarse, sin embargo la energía aportada por un topillo o cualquier micromamífero es mucho mayor que la aportada por un fruto de las mismas dimensiones. El zorro ha desarrollado una técnica de caza para poder acceder a dicho alimento bajo la nieve. El cánido se desplaza sobre la nieve utilizando las orejas como pequeñas parabólicas en busca de algún indicio de roedores bajo la nieve. Es entonces cuando escucha un sonido bajo la blanca capa, posiblemente un roedor mordisqueando alguna herbácea o bien desplazándose por los túneles que elaboran bajo la nieve. Entonces el zorro se para en seco y comienza a intentar ubicar a la presa con precisión bajo la nieve. Para ello ladea la cabeza a un lado y otro tratando de determinar la posición de su posible presa.

Zorro ladeando la cabeza para conocer con exactitud la posición de su presa bajo la nieve.

Una vez que la localiza comprime sus patas posteriores adoptando un estado de tensión previo al ataque final. Mientras lo hace mueve las orejas para no perder la pista del roedor. Es entonces cuando se libera la tensión acumulada en las patas y el zorro salta de forma vertical cogiendo así la velocidad suficiente para atravesar la capa de nieve y alcanzar al micromamífero.



Secuencia de salto del zorro en la nieve.

En la rápida caída el zorro impacta con la nieve ligeramente helada en la noche anterior y desciende de forma vertical hasta alcanzar al roedor con sus fauces. La verdad que es que en la hora que estuve observando a este ejemplar el éxito fue sorprendente ya que de unos 7 lances consiguió alimento en 5. Resulta increible el ver como el zorro sabe donde se encuentra su presa sin verla tras un telon de unos cuantos centímetros de espesor.

Zorro atravesando la capa de nieve en la caída.

Una vez alcanzada la presa la retira de la profunda capa de nieve y se alimenta de ella tranquilamente en la superficie para rápidamente continuar buscando pequeños mamíferos y consiguiendo reservas para los duros días que pueden venir. Pinchando aquí podéis ver un video gráfico con lo que os acabo de explicar, en este caso con un ejemplar de Yellowstone en Estados Unidos. Cómo podéis ver las cosas extraordinarias no sólo suceden en los documentales, muchas de ellas tienen lugar más cerca de lo que imaginamos. Hay que tener en cuenta que el invierno es la época de celo de los zorros y el desgaste en los mismos se incrementa. Por ello cualquier fuente de alimento es bienvenida en estos momentos.


Zorro alimentándose de un micromamífero capturado bajo la nieve.

Sin embargo a pesar de que el aporte proteico que obtiene de la carne es mayor que cualquier otro, el zorro no desperdicia nada que pueda encontrarse y que le suponga algo de energía, por poca que sea. Hay varias especies de rosaceas con frutos durante el invierno, tal es el caso del rosal silvestre (Rosa canina), el espino albar (Crataegus monogyna) o el serbal de los cazadores (Sorbus aucuparia). Aparte de ser utilizadas como fuente de alimento por muchas especies de aves tanto residentes como migratorias, son una buena despensa para los mamíferos de mediano tamaño que han de afrontar el invierno como el zorro o la marta.

Zorzal real (Turdus pilaris) alimentándose en un majuelo o espino albar (Crataegus monogyna)

Es fácil encontrar excrementos de zorros o martas de un color naranja intenso y cargados de pepitas de los frutos. El pasado fin de semana pude ver como un joven zorro se alimentaba de escaramujos, es decir, los frutos del rosal silvestre, en una zona derretida en la Cordillera Cantábrica. El animal pacía sin apenas levantar la cabeza de los rojos y brillantes frutos.

Joven zorro alimentándose de escaramujos.

El zorro ha sido capaz de adaptarse a las más duras condiciones en un territorio como la Cordillera Cantábrica y año tras año lucha por salir adelante y tener una prole a la que alimentar en primavera asique sólo nos queda desearle lo mejor.
Un saludo y gracias por visitar el blog.

Zorros en celo.