domingo, 20 de marzo de 2011

El tejón: persiguiendo a un fantasma

Todos los naturalistas tenemos especies de esas que nos quitan el sueño, de las que hemos imaginado avistamientos de muchas formas, de las que hemos escuchado testimonios y hemos pensado: "¡Qué suerte tienen algunos!". Son especies normalmente huidizas, tímidas, que sólo se mueven al amparo de la noche y que aparecen como siluetas iluminadas por la luna llena o como dos luceros brillantes frente a las luces largas del coche. Recuerdo un artículo que leí hace bastante tiempo en la revista "Natura" titulado: Las fotos imposibles de Antonio Vázquez. En el mismo salían fotografías de un tejón en la nieve, un oso pardo en libertad y demás ejemplos que resultan muy dificiles de fotografiar en esas condiciones.
También he leído en varios foros de fotografía normalmente en pies de fotos de fotografías realizadas en condiciones controladas: Una fotografía imposible de realizar en condiciones silvestres. Y es que la palabra imposible implica mucho y la gente que nos movemos frecuentemente por el campo lo sabemos. Puede ser muy difícil, fruto de la casualidad, de esas cosas que pasan practicamente una vez en la vida, pero imposibles hay pocas cosas si nos armamos de paciencia y sobre todo insistencia ya que el secreto es ser perseverante.
Bueno después de este rollo filosófico que os he soltado, decir que esa especie "fetiche" para mi era el tejón. El "melandru" que lo llamamos por aquí, nombre que recibe derivado del gusto de este animal por la miel. Un animal de los más nocturnos que existen en la Iberia silvestre y que gusta de alimentarse durante la noche de huevos, carne, insectos, lombrices, bayas...mientras pasa el día al amparo de rocas y varios centímetros de tierra refugiado en su tejonera.
Normalmente podemos saber de la presencia de estos animales en nuestra zona por rastros. El tejón pese a ser un animal medianamente difícil de observar, es relativamente abundante y no es difícil encontrarse con huellas, hozaduras semejantes a las de jabalíes pero de un tamaño menor, letrinas e incluso tejoneras.
Las huellas del tejón son semejantes a las de un osete pequeño. Marcando 5 dedos como buen mustélido, con la pata anterior mas corta y la posterior con forma de "pie". También marca bien las uñas.

Rastro de tejón en la nieve

La tejonera normalmente tiene varias entradas y salidas y suele ubicarse en una zona con rocas abundantes alrededor y bajo las cuales son excavadas las cámaras de la guarida. Puede confundirse con huras de otros animales como las del zorro. Sin embargo las tejoneras siempre presentan un surco en la entrada. No obstante he conocido casos de zorreras en las que criaron los zorros durante varios años y que posteriormente fueron ocupadas por tejones realizando las modificaciones oportunas.

Entrada de tejonera en invierno

Muchas veces me topé con rastros del tasugo en el campo pero no había forma de verlo. Llegué a conocer 3 tejoneras y fueron múltiples las esperas en la hora azul observando la boca de la misma pero siempre con resultados frustrantes. Pero como comentaba más arriba el secreto en la insistencia y 30 días de manos vacías se ven compensados con creces con unos minutos de observación. Una observación que pasará a formar parte de la serie de anécdotas que comentas siempre entre bicheros.
A principios y mediadios del siglo XX por todos es sabido que había que buscarse algo que llevarse a la boca ya que las condiciones no eran las mismas que son ahora y la carne del tejón era muy apreciada, al igual que su piel que era vendida por los tramperos y que se utilizaba para la elaboración de brochas de afeitar.
También es conocida por todos la fama de bravura del tejón. Su complexión chaparreta y ancha le da aspecto de robustez y le confieren una tracción especial al terreno que ayuda a plantar cara a otros animales como zorros, perros, etc...
Uno de los lugares de más fácil observación del tejón y donde se producen la mayoría de las mismas es en carreteras durante la noche. Lamentablemente bastantes ejemplares mueren atropellados y lo peor de todo es que en la mayoría de los casos podría haberse evitado.
Mi primera observación de la especie fue hace un par de semanas en un paseo nocturno con el coche. Los faros del coche iluminaron una silueta alargada y blanquecina cruzando la carretera. 2 franjas negras adornaban la cara del robusto animal que entró a un prado bajo los varales de la rodera del mismo para continuar a un ligero trote sobre los 10 cm de nieve que cubrían el terreno. Por fin había visto a un tejón en libertad. El reto ahora era conseguir una fotografía. Algo que se tacharía de imposible en los lugares antes mencionados si no fuese mediante técnicas de alta velocidad con barrera de infrarrojos, fototrampeo y demás. Fue mi primera opción y monté todo el tinglado una noche con cero resultados.
Sin embargo la perseverancia al final te da sorpresas cuando menos lo esperas. El pasado domingo el día era nublado y lluvioso, las condiciones perfectas para fotografiar cursos de agua en el interior del bosque asique fui a un hayedo al que le tenía ganas desde hacía tiempo y tras 40 minutos de caminata llegué al lugar deseado. Protegiendo el equipo realicé alguna fotografía bajo un orvallo continuo. Adjunto alguna foto para dar más vidilla a la historia.

Hayedo

Decido que es la hora de volver a casa y que está todo el bacalao cortado. Cuando asomo en una pequeña vaguada a eso de las 16:15 de la tarde y veo un bulto claro en un prado. Instantaneamente lo identifico como un tejón. Se acelera el pulso, se enreda todo de golpe con las prisas y finalmente saco la cámara, la tarjeta esta cerca del límite de fotos asique borro alguna foto antigua para ir holgado en cuando a capacidad. Lanzo alguna fotografía testimonial a larga distancia y el animal ni se inmuta. Seguía lloviendo y el tejón no levantaba la cabeza, tenía el hocico enterrado hasta la altura de los ojos y removía tapines y tierra continuamente alimentándose de morucas (lombrices). Movía el cuerpo en círculos alrededor de la cabeza que se encontraba fija en torno a los agujeros que realizaba como si de una peonza se tratase. La lluvia empapaba el terreno y las lombrices se acercaban a la superficie, ocasión que el tejón aprovechó para salir a pesar de la luminosidad y pegarse un atracón de anélidos.

Tejón alimentándose de lombrices

Decido comenzar el acercamiento, no hay cosas imposibles pero oportunidades así son escasas. El terreno es perfecto para realizar la entrada al bicho y poco a poco me acerco hasta tenerlo a unos 20 metros, puedo escuchar la respiración del melandro, del animal por el que llegué a rozar la obsesión y la situación era mucho mejor de lo que jamás había imaginado. Seguía afanado alimentándose entre la verde hierba del prado cuando de golpe levantó la cabeza y dirigió su enorme nariz hacia mi. Son animales completamente olfativos y que tienen la vista bastante atrofiada.

Tejón (Meles meles)(pinchar en la imagen para ampliar)

Posteriormente giró su cabeza y siguió caminando por la linde del prado mientras olfateaba el terreno para finalmente perderse entre una maraña de zarzas y ramas caídas. Había llegado el momento soñado durante los últimos años. Cuando sucede algo así se te empañan los ojos y no sabes muy bien qué hacer, supongo que es lo que les pasa a las quinceañeras cuando ven a sus ídolos o a los cristianos devotos cuando ven al Papa.

Tejón (Meles meles)

Ahora nuevos animales hurgan en los recovecos de mi cabeza: el lirón gris, el escurridizo desmán... iconos de la cantábrica más salvaje y profunda que tengo la fortuna de contemplar y respirar asomándome a la ventana.
En esta afición como en la vida en general hay muy pocas cosas imposibles a pesar de que se nos muestre continuamente de una forma u otra y nos intenten llevar por caminos que obviamente son los más fáciles, pero no los más satisfactorios en la mayoría de casos. El hecho de no hacer caso a gente que te dice: No estudies eso, no tiene salida; fotografiar ese animal es imposible; etc... son frases que se escuchan muy a menudo y si les hubiera hecho caso mi vida sería bastante diferente a lo que es ahora mismo. Ya tendremos tiempo de pensar en cosas imposibles cuando las arrugas crucen nuestra frente y nos aferremos a un bastón, pero aún no ha llegado ese momento. La naturaleza es cruel a veces pero muy agradecida otras y hay que aprovechar cada uno de esos momentos. Un saludo y espero que os haya gustado la entrada. Gracias por visitar el blog.